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Eudosio y Carlos salen de la cárcel. Sin posibilidad de reinsertarse viajan a Madrid donde, para sobrevivir, bordean la picaresca.
GÉNERO: Marginación,Drama
Fulano y Mengano (Joaquín Luis Romero Marchent, 1956)
Entre sus dípticos dedicados a clásicos del western californiano, El Coyote y El Zorro, Joaquín Luis Romero Marchent dirige tres títulos excéntricos al resto de su filmografía por su inspiración tardo-neorrealista: Fulano y Mengano, El hombre que viajaba despacito (1957) y El hombre del paraguas blanco (1958).
Fulano y Mengano debía ser una producción de Unión Films, bastante más consecuente con la propuesta que Uninci, la productora de Bienvenido, míster Marshall, que fue la que terminó asumiendo una producción lastrada desde el principio por múltiples trabas administrativas. Las objeciones más inmediatas hacían referencia al ambiente suburbial y lumpen en el que se desarrolla la acción, en los aledaños del Rastro madrileño y en el solar que ocupaba el cuartel del Rosario. Uno de los censores que debían aprobar el guión escribió que se daría el visto bueno a condición de que "los personajes sean pobres sin mugre y que las ruinas no sean mugrientas".
A consecuencia de todo ello y a pesar de contar con un reparto encabezado por dos actores tan populares como José Isbert y Juanjo Menéndez la película hubo de esperar dos años para estrenarse en Barcelona y no llegó a Madrid, y de tapadillo, hasta 1959. Lo que entonces pudieron ver los escasos espectadores que pasaran por taquilla fue la historia de dos exconvictos, Eudosio (Isbert) y Carlos (Menéndez), que han cumplido condena a pesar de ser inocentes y que no encuentran un sitio en la sociedad cuando salen de la cárcel. Damián (Manuel Arbó) les ofrecerá un rincón donde guarecerse en un casetón ruinoso a espaldas de la iglesia de San Francisco el Grande. La hija de Damián (Julita Martínez) se llama, paradójicamente, Esperanza. Entre la delincuencia y la venta ambulante, Carlos y Eudosio intentan sobrevivir en un mundo que les cierra todas las puertas.
Aquejada de un ternurismo que lima bastante sus posibles intenciones sociales, sigue siendo, no obstante, un documento excepcional sobre el urbanismo y la sociedad en la España predesarrollista.