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Rosario está prometida a Rafael, mayoral del cortijo, pero cuando aparece su primo Manuel, un torero que ha triunfado en América, Rosario se escapa con él a Sevilla, pero el torero se aprovecha de ella y la abandona.
GÉNERO: Música,Toros
Rosario la cortijera (León Artola, 1935)
Rosario la cortijera es una adaptación de una refundición dramática en verso que Joaquín Dicenta hijo y Antonio Paso hijo habían realizado del libreto de la zarzuela creado por sus padres.
Lo que se dirime aquí es la honra de Rosario (Estrellita Castro), que se deja querer por el nuevo mayoral del cortijo (“El Niño de Utrera”) pero bebe los vientos por el matador Manuel (Rafael Durán). Éste vuelve al cortijo después de haber triunfado en los ruedos y no está dispuesto a que la gitanilla se le escape. Un día la sigue hasta la fuente y, en metárfora crsitalina, el agua rebosa el cántaro. A las relaciones ambivalentes de Rosario, que conducirán a los dos hombres a un final trágico, les sirven de contrapunto cómico los amores entre la pizpireta Carmela (Elva Roy) y el pícaro Varillas (Alfredo Corcuera).
Sin embargo, frente a la rapacidad depredadora del macho, la mujer no resulta esta vez un perosnaje pasivo, objeto de deseo sin capacidad para elegir. Rosario es perfectamente consciente de su juego y asume las consecuencias de su elección cuando ésta resulta equivocada. Otra cosa es que la convención dramática imponga el duelo entre los dos hombres como única solución del conflicto. Frente a otras películas de esta época con argumentos similares, incluidas las de Filmofono, Rosario la cortijera, María de la O y El gato montés son las tres en las que mñas claramente queda patente la evolución que la República ha supuesto para la mujer.
El otro valor de Rosario la cortijera es su rodaje en exteriores a cargo de los hermanos Adrien y Robert Porchet. Ajenas a cualquier funcionalidad dramática las estampas taurinas en la dehesa tienen una belleza plástica notable. En cambio, el montaje de la copia conservada resulta un auténtico rompecabezas. La notoria incapacidad de León Artola para colocar la cámara –sirvan como ejemplo los inexistentes raccords de miradas, la nula correlación en la escala de planos, los continuos saltos de eje o la impericia a la hora de rodar una escena cómica con el actor de espaldas y al fondo de un único plano general- se suman los abruptos saltos producidos por la mala conservación del material o por la acción de la censura cuando la película quiso incorporarse al circuito comercial tras la Guerra Civil.