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En un viaje a España un joven italiano se enamora de una compatriota al tiempo que debe lidiar con las gamberradas de sus nuevos amigos.
GÉNERO: Música
Loca juventud / Questa pazza, pazza, pazza gioventù (Manuel Mur Oti, 1964)
En 1964 Manuel Mur Oti recibe uno de los encargos más suerralistas de su vida: convertir al niño prodigio Joselito en el protagonista de una película sobre “los problemas de la juventud”. Y le hace frente asumiendo argumento, guión y dirección, nada menos. Claro que la corta estatura del “pequeño ruiseñor” y su imagen aún infantil aconsejan rebajarle un poco la edad. De los veintiuno corridos que ya tiene a unos diecisiete que permitan articular un bildungsroman a su servicio. Johnny Durán (Joselito), hijo de un millonario neoyorkino recibe clases particulares en Roma. No se descuidan ni la historia antigua ni el deporte. Sin embargo, ha llegado la hora de que el muchacho disfrute de unas breves vacaciones, así que su padre (Luis Prendes) decide que viaje con él a Madrid durante unas semanas. En España, Johnny conduce su propio descapotable, lo que propicia las envidias y burlas de un grupo de golfos cuya admiración suscita cuando ven que se defiende con los puños como un jabato. Las clases de boxeo recibidas no han caído en saco roto. Gracias a su billetera bien repleta, Johnny se convierte en el rey de los “chicos locos” a ritmo de twist.
Por primera vez Joselito no es huérfano o sufre la ausencia de su padre. El señor Durán es un magnate del petróleo que ha hecho su fortuna en Estados Unidos y el joven cuenta con una firme guía moral. Pero más que en las lecciones de vida paternas, más que en las frases grandilocuentes, más que en la burla de la “angustia vital” de la juventud, es la menudez del actor lo que Mur Oti pone en escena, reforzando en varias ocasiones esa indefensión con fuertes contrapicados. La película se va volviendo progresivamente oscura a medida que Johnny rechaza los actos delictivos de sus nuevos amigos y éstos empiezan a amenazarle. La intimidación alcanza su punto álgido cuando los de la banda asaltan con sus motos la caravana en que pasa sus vacaciones Paola (Io Apolloni), una buena chica de la que se ha enamorado sinceramente. Estas escenas, de inusitada violencia física para una película del “pequeño ruiseñor” provocaron en primera instancia la clasificación para mayores de catorce años en Italia, aunque luego se levantara el veto al considerarse la reclamación de la productora que consideraba que dichas escenas eran consustanciales con el fin moralizador que la película perseguía. La censura española no fue tan benévola: la cinta fue calificada para mayores de dieciocho años y el recurso de Cesáreo González no fue atendido, como el de sus homólogos italianos, así que Loca juventud sólo estuvo en cartel en Madrid durante tres días, en una sala modesta y cuatro años después de finalizado el rodaje.
El último acto se construye alrededor de la decisión de Johnny de pagar los destrozos con su propio trabajo y viajar hasta Venecia par devolver el dinero de la caravana a los padres de Paola. El giro romántico de la historia —el gondolero que le ayuda a encontrar a su enamorada por los canales— resulta tan insospechado como anticlimático.