Reina Zanahoria (1977)

Reina Zanahoria (Gonzalo Suárez, 1977)

Gonzalo Suárez arranca en 1984 una nueva carrera con Epílogo, gracias a la nueva política conjunta de TVE y la Dirección General de Cine a cuyo frente se encuentra Pilar Miró. A partir de entonces, y con la complicidad del productor Andrés Vicente Gómez hasta el año 2000, conocerá su época de mayor reconocimiento público. El punto y aparte a toda su filmografía anterior había sido Reina Zanahoria, adpatación de un relato propio aparecido en el volumen Trece veces trece. Varios cuentos de dicha colección habían llegado ya a la pantalla. El horrible ser nunca visto (1966) fue adaptado por él mismo como su segundo cortometraje. Vicente Aranda –que había trabajado con el escritor, cronista deportivo y cineasta en ciernes en Fata Morgana (1966), a partir de una novela prohibida- adaptó el relato Bailando para Parker en Las crueles (1969). La alumna de dirección de la Escuela Oficial de Cinematografía, Cecilia Bartolomé, emprende la adaptación de cuento Plan Jac Cero Tres como práctica de tecer curso en 1967, y el propio Gonzalo Suárez lo retomará como base para Reina Zanahoria.

El cortometraje de Cecilia Bartolomé se centra en las escenas claves del historial erótico de Úrsula (Gladys Anzola) -reina del petróleo y el bacalao-, la selección de su hombre ideal y en el ensayo de seducción y su revés paródico. La utilización de proyecciones cinematográficas en el seno de la ficción,y la actuación del responsable de la operación como maestro de ceremonias durante los ensayos, propician un montaje sincopado y acciones repetidas que acercan el resultado a los nuevos cines. La elección de localizaciones "futuristas", la fotografía en blanco y negro en formato anamórfico las citas al noir, con el rostro de Humphrey Bogart como imagen icónica, y una figuración que asume cualidades puramente objetuales -mujeres-taburete, hombre-radio, efebo-pizarra...- actúan en este mismo sentido. El final, netamente feminista, muestra a Úrsula encamada con Jacinto -Jac Cero Tres- y con el urdidor del plan, en tanto que los pagadores han quedado reducidos al rol de perrillos de circo amaestrados.

Gonzalo Suárez cambia su propio argumento en una pirueta que sirve para ponerlo al día, al tiempo que admite un mayor desarrollo. El primer acto muestra las relaciones de poder en una moderna agencia de publicidad dirigida por el genialoide J.J. (Fernando Fernán-Gómez). Dispuesto a hacerse con el contrato de la campaña de publicidad para España de las zanahorias de la estadounidense Ursula Alexandra Nicholson (Marilina Ross), se afana en la tarea del hombre ideal que pueda seducirla. La selección de rasgos faciales de sus anteriores maridos permite esbozar un retrato robot que se corresponde con la fisonomía de Jacinto (José Sacristán), un pobre vendedor de enciclopedias sobre sexualidad traumatizado desde que leyó una descripción del proceso fisiólogico que culmina en la eyaculación. Las escenas de los ensayos con los supuestos malhechores y la constatación de que Ursula es perfectamente capaz de defenderse a sí misma, tienen una resolución bastante similar al de la práctica de la EOC y -sin haberlo leído, se intuye que- bastante fiel al relato.

Durante estos dos primeros tercios del metraje Suárez se entrega desprejuiciadamente al slapstick y al golpe accidental en la entrepierna. Apoyándose en la actuación desorbitada de Fernán-Gómez y Sacristán, orquesta gags de los de porrazo y batacazo, aunque insertos en situaciones surrealizantes. El elemento discursivo pasará a primer término cuando Ursula descubra la inutilidad absoluta del supuesto superhombre con el que ha tenido su primer orgasmo y éste se vea abocado a la emasculación para poder dominar el mundo, toda vez que la zanahoria ha constituido desde el principio un símbolo fálico sin ambages.