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Tres casos criminales resueltos por el detective aficionado Taxi Key: La mano cortada, La casa del lago y Sombras de un sueño.
GÉNERO: Intriga
Las aventuras de Taxi Key (Juan Fortuny con Arturo Buendía y Alberto G. Nicolau, 1959)
Juan Fortuny realiza dos películas con Ricardo Palmerola, el protagonista del serial radiofónico de Luis G. de Blain para Radio Barcelona, Taxi Key (1948-1962). La primera de ellas es Las aventuras de Taxi Key (1959), codirigida por Fortuny con Arturo Buendía y Alberto Gasset Nicolau.
Se trata de tres episodios de media hora cuyo probable destino, tras su paso por los cines en formato largometraje, fuera la naciente televisión. La deslocalización de la acción y los nombres de los personajes obedecían al rígido sistema policial y judicial español, en el que no cabían estos ejercicios de mimetismo sajones -detectives aficionados, secretarias lanzadas, asesinatos sofisticados...- por mucho que al final el criminal siempre se llevara su merecido. La fórmula estaba archiprobada en la radio y, valiéndose de la popularidad de la voz de Palmerola, Miguel Mezquíriz, productor con múltiples conexiones en el continente americano, decidió financiar el proyecto, que se rueda en los estudios de Iquino y en los alrededores de la Ciudad Condal.
Fortuny dirige el episodio titulado La casa del lago, en la que la acción arranca cuando una mujer llama al abogado Taxi Key para decirle que ha descubierto ahorcado en la leñera a un tal Alberto Arana. Taxi Key (Palmerola) acude inmediatamente a la casa en compañía de su secretaria Nora (Inés Alma). Allí son recibidos por el señor Visconti (Mariano Beút), tío de Elena (María Matilde Armenteros), la mujer que llamó, y propietario de la casa. Taxi Key consigue su permiso para entrar en la propiedad mediante una añagaza y no encuentra el cuerpo, pero sí el gancho del que podría haber estado colgado y un martillo manchado de sangre. El detective y su secretaria son recibidos entonces por el señor Visconti, quien les presenta al doctor Bogart, que a su vez les explica que Elena padece una enfermedad mental y que todo ha sido una alucinación. Un viaje en coche con Elena y una pelea ante la caldera con el mayordomo sirven a Taxi Key para poner en claro el asunto, haciendo gala de unas dotes de observación y de unas facultades deductivas dignas de Sherlock Holmes. Un gancho del que ha desparecido el óxido, un martillo ensangrentado, unos zapatos arrojados a la caldera y la existencia de una alambrada de espino entre la propiedad y el estanque del que la casa toma el nombre son las pistas que conducen al asesino en una inesperada pirueta final. Como Taxi Key es abogado, además de detective, se ofrece como defensor del criminal, con el aval de que jamás ha perdido un caso.
La abundancia de diálogo y la escasez de acción y de localizaciones delatan el origen radiofónico del argumento y una realización solvente pero sin el más mínimo brillo por parte de Fortuny.