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Engañada por un canalla, una muchacha humilde da a luz una hija y se coloca de criada en la casa de acogida de la niña a fin de estar junto a ella.
GÉNERO: Drama
Rinconcito madrileño (León Artola, 1936)
Mario Altamira (Luis Prendes) es un auténtico infame. Ha dejado embarazada a Rosa (Pepita C. Velázquez) y la hace abandonar su casa, alojándola en la pensión de doña Dolores (Ana de Leyva). La promesa de matrimonio queda en agua de borrajas cuando Mario conoce a una mujer casquivana.
Rosa no puede volver a casa de su madre si no es como esposa del hombre que la perdió. A doña Dolores se le ocurre entonces entregar a la recièn nacida al abuelo de Mario (Cecilio Rodríguez de la Vega), en cuya casa se coloca Rosa como criada. Así es como sorprende a Mario cuando entra a robar en el despacho de su abuelo. Para disculparlo ante él, Rosa finge que ha entrado para cortejarla a consecuencia de lo cual resulta fulminantemente despedida. Mientras tanto, su hermana (Trini Tejada) y su madre (María Cañete) enferman. La falta de los diez duros que Rosa les enviaba todos los meses convencen a la hermanilla pequeña, Pilarín (Guadalupe Garci-Nuño) a bailar en un local de variedades al aire libre cuyas actuaciones solía contemplar desde el tragaluz de su casa. Con su triunfo ya sólo falta, para que la felicidad sea completa, que Mario comprenda que debe reconocer a su hija y casarse con Rosa.
Rinconcito madrileño se rodó en los estudios Roptence en junio de 1936 en régimen de cooperativa. Es, por tanto, una de aquellas cintas cuya producción quedó interrumpida con el golpe militar del 18 de julio. En la sección de crítica cinematográfica del semanario humorístico No veas, titulada genéricamente "¿Va usté al cine?, pues es un valiente”; se incluía la siguiente reseña con alusión directa a la contienda: “Cuando mayor era la concurrencia y los novios se dedicaban a tareas propias de su sexo, estalló en la pantalla del Rialto un artefacto cinematográfico titulado Rinconcito madrileño, bien cargado de metralla. La agresión, que cogió desprevenidos a los espectadores, produjo el alboroto consiguiente y alguna víctima; la autoridad practica gestiones para detener a los culpables”. (No veas, 10 de julio de 1937.)