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Todas las guerras dejan tras de sí, como sedimento amargo, la lepra del bandolerismo.
GÉNERO: Aventuras ,Guerra Civil Española
Torrepartida (Pedro Lazaga, 1956)
La cartela que se presenta al principio del metraje nos invita a la interpreración moral de la historia en clave guerracivilista y, al tiempo, califica al fenómeno de la resistencia armada al franquismo desde el interior -o sea, el maquis- como mero "bandolerismo".
La estrategia planteada en el guión es doble. Por un lado, dos hermanos representan los dos bandos en liza: Ramón (Javier Armet), vencedor de la Guerra Civil, es ahora el alcalde del pueblo, enclavado en la serranía de Albarracín; Manuel (Germán Cobos), vive en su misma casa pero está integrado clandestinamente en la partida de maquis comandada por Rafael (Adolfo Marsillach). Ambos representan la eterna estampa de Caín y Abel, republicano y franquista, respectivamente. Uno y otro están enamorados de María (Nicole Gamma). La otra dupla de opuestos es la que reúne / enfrenta a Rafael, un tipo sádico y sin escrúpulos, con el capitán de la Guardia Civil de Teruel (Enrique Diosdado), hombre recto y cabal, defensor del orden establecido. El momento en el que él y Ramón se estrechan las manos acordando la detención de Ramón, "antes de que sea demasiado tarde", sella el acuerdo entre el poder civil y el militar. El capitán no se atiene a chantajes y habrá de cumplir con su deber a pesar de que los de la partida de Rafael han secuestrado a su hijo. Las dudas de Manuel, presentes desde el principio, son, antes que ideológicas, morales, lo que premitirá su redención final.
Lazaga aprovecha el color y la pantalla ancha para realzar unos escenarios naturales que, como en Cuerda de presos, tienen un protagonismo capital. Además, en su primer acercamiento al formato anamórfico, demuestra un muy atinado sentido de la composición, huyendo del estatismo al que tan proclive es el procedimiento en manos inexpertas y aprovechando las oportunidades que se le ofrecen para ahondar en las relaciones entre los personajes sin rehuir el género de aventuras y el western en los que se enmarca la peripecia. Más allá de su evidente carga ideológica y de la malevolencia en la representación del maquis -reforzada por la torpe actuación de Adolfo Marsillach- las principales virtudes de Torrepartida se dirimen en el terreno de la puesta en escena.