Encuentro en la ciudad (1956)

Encuentro en la ciudad (José María Elorrieta, 1956)

Isabel (Trini Montero) llega a Madrid sin un duro y se entera con consternación de que su tutor, en cuya casa pensaba instalarse, acaba de morir. Apenas baja del tren se encuentra con un mozo de cuerda de buen corazón (José Luis Ozores) que, muy a su pesar, carga con su maleta e intenta ayudarla a buscar trabajo. Todo el argumento se centra en la relación entre el pillo César y la inocente Isabel durante las primeras veinticuatro horas de ésta en la ciudad. Apenas hay situaciones que proporciones un armazón dramático a la película, que se resuelve en el mero deambular por Madrid de la pareja. Algunas situaciones proceden directamente de la picaresca, como el desayuno en un puesto del mercado. Otras, dejan entrever una miseria rampante hecha de hambre y mercado negro. Otras aún nos producen cierta perplejidad moral, como los el triste cambio de guardia en el Ministerio del Ejército, que César considera uno de los mejores espectáculos gratuitos que se pueden contemplar en Madrid. El último tramo intenta remontar el hándicap de la falta de estructura dramática lanzando una subtrama de corte más o menos policial. Un estraperlista (Juan Cazalilla) proporciona a César una partida de medicamentos caducados que éste debe vender con la complicidad de Isabel, cuyo candor resulta una coartada ideal. Cuando ella se niega se ve inmersa en los ambientes de prostitución. Los escenarios de estas aventuras, desarrolladas siempre en exteriores, lleva a los protagonistas de las calles céntricas a un extrarradio suburbial y sórdido, en el que la supervivencia aboca a los inocentes a la delincuencia.

Una fábula zavattiniana de carácter onírico sirve de moraleja al conjunto.