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Un librero sumido en una crisis sentimental decide escribir una serie de relatos sobre la reciente historia de España que le han de servir de pasaporte para una colonia de artistas que el millonario Kargus quiere establecer en una isla de los Mares del Sur.
GÉNERO: Drama,Comedia,Guerra Civil Española
Kargus (Juan Miñón y Miguel Ángel Trujillo, 1980)
Kargus es fruto de su tiempo desde el punto de vista industrial y argumental. Sumido el cine español en una crisis sin salida desde principios de los setenta, la muerte de Franco y la desaparición de la censura propician un florecimiento de propuestas cinematográficas de todo tipo que no encuentran otra vía que articularse mediante soluciones cooperativistas. Así surge Taller de Cine, que canaliza los ingresos obtenidos gracias a la publicidad por Juan Miñón y el director de fotografía Miguel Ángel Trujillo. El molde es consecuencia de esta circunstancia: seis relatos autónomos, con repartos independientes en los que se dan cita nuevos valores y veteranos, y una historia-marco, que sirve para hilvanarlos.
El millonario Kargus pretende crear una colonia de artistas en el archipiélago de las Baronesas. Un escritor (Modesto Fernández) al que acaba de dejar su novia, Eva (Patricia Adriani), decide escribir una serie de relatos que recorren toda la historia de España desde las postrimerías de la Guerra Civil hasta la muerte de Franco, desde el maquis (Félix Rotaeta y Patricia Adriani), hasta la noche del 20 de noviembre de 1975 (Iñaki Miramón y Lurdes A. Laso), pasando por la hambruna de la posguerra (Kiti Manver y Emilio Fornet), el despertar sexual de unos chavales durante las vacaiones de verano (Luis Ciges y Laura Cepeda), la frustración sexual en los sesenta (Antonio Gamero y Cristina Sánchez Pascual) o los habitantes de las catacumbas del tardofranquismo (Héctor Alterio, Agustín González y Paco Algora).
La variedad de propuestas incita a la hibridación genérica. La historia del escritor frustrado discurre por cauces próximos a la comedia madrileña -en concreto, a los de la también episódica De fresa, limón y menta (Miguel Ángel Díez, 1978), en la que Trujillo había participado como director de fotografía-, esto es, desencanto político y vital, desengaños sentimentales, un incipiente hedonismo…
Los relatos del maquis y los chicos de vacaciones resultan un tanto evidentes en su adscripción a los caminos abiertos por Jaime de Armiñán y Mario Camus en El amor del capitán Brando (1974) y Los días del pasado (1978), pero en los dedicados a los años sesenta y al fin de la dictadura se adivina la intención de buscar nuevas prestaciones al filón “landista”, en una especie de Tercera Vía propiciada por la presencia de intérpretes como Antonio Gamero, María Luisa Ponte, Francisco Merino o Carmen Martínez Sierra.
Con todo, los más interesantes desde este punto de vista son los que se adhieren a la veta esperpéntica, ya sea en clave metafórica –los cazadores de gatos- o grotesca –los tachadores de pintadas-. Es aquí donde reside el principal valor de una propuesta que sirvió para lanzar las anómalas filmografías de los dos directores debutantes: Miñón como director –La blanca paloma (1989)- y Trujillo como iluminador –Las bicicletas son para el verano (Jaime Chávarri, 1984)- y productor –Luces de bohemia (Miguel Ángel Díez, 1985)-.