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Debido a un desengaño amoroso, el hijo de un propietario de una explotación de caco en la Guinea Española decide trasladarse a la colonia.
GÉNERO: Drama
Piedra de toque (Julio Buchs, 1963)
El clímax de Piedra de toque tiene lugar durante una danza tradicional que el operador ya había retratado en Balele (Manuel Hernández Sanjuán, 1946), aunque en esta ocasión los personajes son espectadores del baile y no parte integrante del mismo, algo perfectamente resuelto en el cortometraje mediante el montaje analítico de planos próximos de los danzantes y los percusionistas. No obstante, aquí están presentes los cuatro vértices del drama: Carlos (Arturo Fernández), el señorito que ha buscado en Guinea la distancia para su desengaño amoroso; Dora (Susana Canales), su amante y secretaria y prometida de su padre; Elena (Ángela Bravo), la joven independiente criada en África, pero de férreos principios; y el padre Antonio (William Marshall), exponente de la rectitud moral. Carlos deberá elegir entre la mujer mala y la mujer buena, o sea, el regreso a la vida disipada de la metrópoli o la actividad productiva de la colonia. En buena lógica de la administración y la censura de 1964, no hay dilema posible. Seguramente tampoco el guión de Jaime García Herranz lo hubiera planteado más allá que como motor del drama.
A pesar de que son las conversaciones a dos —sobre todo las de Carlos con Dora y el padre Antonio— las que sirven para hacer avanzar la acción, Julio Buchs se esfuerza en narrar mediante imágenes y sonidos. Es aquí donde adquieren especial relevancia las sucesivas tomas del protagonista en la selva, pero también, aunque sea de un modo subliminal, las de iglesias o edificios oficiales ante los que pasan el jeep de Carlos o el destartalado camión de Elena. La relación de Carlos y Dora queda asociada desde el primer momento a un tema musical romántico que irrumpe en la banda sonora del tambores africanos para subrayar la nostalgia del protagonista y reaparece cuando ella se presenta en Guinea, precediendo su irrupción en campo. Contra lo que el espectador pudiera imaginar, se trata de una música diegética, pues ella se ha traído el pick-up con el disco de 45 rpm. Al final, la ruptura definitiva entre ambos quedará simbolizada por la rotura del disco.