Último refugio (1941)

Último refugio (John Reinhardt, 1941)

El vienés John Reinhardt se había formado como director en la escuela de las versiones hispanas manufacturadas en Estados Unidos a principios de los años treinta. Trabajó así junto a José López Rubio para Fox Films en Hollywood y dirigió a Carlos Gardel en los estudios neoyorquinos de Paramount Pictures. Todavía en 1936 realiza para el modesto productor George A. Hirliman la doble versión Captain Calamity / Capitán Tormenta mediante un procedimiento que algunos etiquetan como Magnacolor y otros como Hirlicolor, un derivado del Cinecolor. Por ello no resulta extraño que los responsables de los Estudios Baires decidieran recurrir a él cuando les pareció que el francés Jacques Constant no era lo suficientemente diligente o experto como para dirigir la primera película producida íntegramente por el estudio argentino. Constant había llegado al país acompañado por Jorge Rigaud después de haber arrancado -desconocemos hasta qué punto- la producción de Último refugio en Francia y haber tenido que abandonar Europa a causa de la Ocupación alemana. La internacionalización del equipo incluye también la contratatación del operador Paul Perry y la incorporación al reparto de los exiliados españoles Ernesto Vilches y Pedro López Lagar.

Carlos Dupont (Rigaud) lleva una vida de crápula en un lujoso hotel de Río de Janeiro, pero su padre ha decidido cerrar el grifo de la finanaciación. Silvia Alvareda (Mecha Ortiz), su amante, tiene que buscarse a alguien que pueda mantenerla. A fin de retenerla a su lado, Carlos decide robar al acaudalado Van der Krussen (Salvador Sinaí) en el tren que le lleva a Sao Paulo. Pero el hombre se despierta, forcejea con el ladrón y muere. Silvia descubre en seguida lo sucedido y le aconseja que le deje el dinero, abandone Brasil y se esconda temporalmente en Córdoba (Argentina), donde su padre (Vilches) regenta una residencia de estudiantes. Silvia tiene una hermana, Ana (Irma Córdoba), a la que corteja un médico que acaba de sacarse el título, el doctor Carel (López Lagar). Pero ella cae fulminantemente enamorada de Carlos, al que Silvia cita en Buenos Aires para tenderle una celada. Carlos intenta suicidarse al sentirse traicionado y Ana María lo cuida durante su convalencencia. Entretanto, el comisario Blanco (Cirilo Elulain) sigue a Silvia, convencido de que ella le conducirá hasta el asesino de Van der Krussen.

Reinhardt trabajará en otras dos películas en Argentina, colaborará en labores de propaganda en Estados Unidos durante la II Guerra Mundial -había obtenido la nacionalidad en 1923- y se convertirá en uno de los más olvidados cultores del noir del Callejón de la Pobreza, aunque si hoy en día es recordado es precisamente por estos títulos y por los dos en los que dirigió a Carlos Gardel.