A revolução de maio (1937)

A revolução de maio (António Lopes Ribeiro, 1937)

Tomando como modelo palmario Camicia nera (Giovacchino Forzano, 1933), Antònio Lopes Ribeiro emprende, a partir de una idea de António Ferro para el Secretariado de Propaganda Nacional, la realización de un largometraje que, mezclando ficción popular y propaganda, exalte los logros del Estado Novo en el décimo aniversario del golpe militar del 28 de mayo de 1926.

Ésta es exactamente la emblemática fecha elegida por Moscú para que el pueblo portugués derroque al gobierno de Oliveira Salazar. Para ello ha enviado a Lisboa a un agente formado en el Este (António Martinez) que consigue burlar a la policía al desembarcar en la ciudad y entabla amistad con Maria Clara (Maria Clara), en cuya casa se instala de pensión. Desde allí recibe instrrucciones y lanza consignas mediante una emisora clandestina, aunque la eficacia policial se demostrará cuando lo localicen gracias al rastreo de dicha emisora. Un vecino de la casa (Fernando Ribeiro, que aún no se presenta como "Ribeirinho"), un auténtico botarate, está enamorado de Maria Clara, pero el corazón de ella ya ha sabido reconocer al hombre bueno, idealista y engañado que aloja en su casa con el nombre de Manuel Fernandes, aunque su verdadero nombre es Cesar Valente. Su amor es mutuo, fulminante, puro, sin connotación sexual ninguna, inefable... como el amor a la patria, claro. Por eso, cuando la policía llega a la finca, le ayuda a escapar.

El agente ha conocido la realidad de los logros salazaristas en su visita al Instituto Nacional de Estadística, lo que propicia la inserción de abundantes datos sobre el desarrollo económico alcanzado en la década y de un reportaje sobre las nuevas materinadedes, que se suman a otros fragmentos documentales que muestran a la flota portuguesa, los nuevos barrios construidos y el avance también en provincias gracias a las obras públicas y la acción social. La revolución se llevará a cabo gracias a un cargamento de armas que ha de pasar desde España, atravesando el Miño desde Salvatierra a Monçao, precisamente el 1 de mayo, el día de la Fiesta del Trabajo que se celebra de un modo bastante folklórico por aquella zona. De camino, Cesar se detiene a despositar unas flores en la tumba de su madre, fallecida, según las mujeres del pueblo, a causa de los disgustos que le dio su hijo por meterse en política.

Maria Clara rechaza a Cesar porque ella y su madre han recibido un tremendo choque cuando se han enterado por el comisario Moreira (Alexandre de Azevedo) de que los cómplices del que ellas conocen como Manuel fueron, una década atrás, los responsables de la muerte de su padre y marido, respectivamente. A pesar de que el comisario tiene perfectamente localizados a los agitadores no detiene a Cesar. Espera de él un arrepentimiento y una conversión al salazarismo cuya resolución en sentido positivo o negativo constituirá el meollo del último acto. En cualquier caso, la apoteosis está garantizada por una parada militar y un discurso de Salzar, pieza de exaltación del líder, imprescindible en cualquier producto de propaganda totalitaria.