Perdida (2010)

Perdida (Viviana García-Besné, 2010)

Viviana García-Besné pertenece a la cuarta generación de una familia por cuyas venas corre notrato de plata. A partir de una imágenes de su bisabuelo en unas películas familiares, la documentalista emprende una indagación personal que terminará convirtiéndose en una crónica del cine popular mexicano a los largo de seis décadas.

El bisabuelo Calderón y su hermano se iniciaron en el mundo del cine como exhibidores en Chihuahua y Nuevo México en la década de los veinte. El negrocio se fue ampliando a otras ramas del negocio -la distribución, los laboratorios, los estudios...- para terminar abocados a la producción. Su primera incursión en este campo es la participación en Santa (Antonio Moreno, 1931), primera película sonora mexicana. Los tres hijos del patriarca y su yerno se convertirán en productores en la Era de Oro del cine mexicano, cuando la industria estadounidense está concentrada en el esfuerzo bélico. Rumberas como Ninón Sevilla, músicos como Agustín Lara, luchadores como Santo, El Enmascarado de Plata, y mujeres dispuestas a desnudarse para deleite del público popular y escándalo de las autoridades administrativas, como Ana Luis Peluffo y Sasha Montenegro, devienen, con el tiempo, iconos de la cultura azteca. Sus rostros se entremezclan con los de Ricardo Montalbán, el gran amor imposible de la abuela Mate, o el de las actriz a las que el abuelo García Besné perseguía y que le valieron el corte de los adelantos de distribución por parte del patriarca. O sea, historia pública y privada que, desde su posición privilegiada, la directora narra en primera persona. Y sí, la película también es un ajuste de cuentas con la administración que se hizo con el monopolio de las salas cinematográficas y promocionó la realización de un cine de arte y ensayo exportable.