A luz vem do alto (1959)

A luz vem do alto (Henrique Campos, 1959)

Desconocemos el contenido de la novela en que dice basarse A luz vem do alto. Se trataría de una de las que habría publicado su director con el alias anglosajón de William Bendix, lo que propicia la confiusión de que se atribuya el argumento al actor neoyorquino de dicho nombre.

La cinta desarrolla un tema afín a la cultura ibérica y mediterránea y no es descartable que las novelas de Don Camillo, por Giovanni Guareschi, no estén en la génesis de la pareja compuesta por el comprensivo y paciente padre Manuel (Félix Fernández) y el descreído y tiránico Bernardo (Roberto Camardiel). Ambos llevan toda la vida discutiendo sobre lo divino y lo humano, hasta que las cosas se complican cuando Mariana (Maria Dulce), una sobrina de Bernardo, regresa al pueblo hecha una mujer después de haber pasado diez años como educanda en un colegio español. Bernardo cuenta con que la muchacha se casará con su hijo António (Mário Pererira), pero ella se enamora del acaudalado Armando (Fernando Curado Ribeiro). El amor es mutuo y Armando se ha cuidado muy mucho de revelarle su verdadera identidad a fin de que el dinero no sea un factor determinante en sus relaciones. Pero no hay cuidado. La cándida Mariana opina, como en las novelas románticas, que los corazones de pobres y ricos son idénticos y que aman por igual.

Sin embargo, cuando Bernardo se entera de la próxima boda, llama a su hijo cobarde y afeminado, porque un hombre auténtico siempre consigue lo que quiere. Atormentado por los improperios de su progenitor, António busca a Mariana en el monte e intenta violarla. Durante el forcejero, ella cae y se golpea la cabeza. António cree que la ha matado y corre a contárselo a su padre, Entretanto, Armando busca al agresor para lavar la afrenta, pero Mariana estaba tan solo desvanecida y ha tomado una decisión bastante insólita: su nombre ya está manchado, auqnue la violación no se haya consumado, así que el único modo de lavar la afrenta es que Armando la olvide y ella se case con António. Será su esposa, pero jamás será suya. El padre Manuel precisará de toda su paciencia y bonhomía para arreglar el entuerto.

Aunque el folklorismo ribatejano de sus primeras películas ha sido visto con no poca suspicacia por los historiadores, hay que reconocer en Henrique Campos una devoción por el paisaje que permea toda su filmografía. En esta ocasión son las explotaciones madereras del Valle de Vouga que sirven de fondo al bronco drama rural y al romanceeglógico entre Mariana y Armando. De este modo, los tres vértices del triángulo, los personajes jóvenes, se definen no sólo por sus acciones, sino por el paisaje en que se mueven, en tanto que las trifulcas del padre Manuel y el iracundo Bernardo tienen lugar casi siempre en interiores. Si tal decisión es debida a qiue los personajes están interpretados por dos actores españoles y convenía a su contribución a la cinta el trabajo en estudio, es cuestión baladí en lo que se refiere a esta dicotomía, que parece subrayar el carácter un tanto esclerotizado de este tipo de rodajes y, en cambio, identifica juventud y vida, con la filmación a campo abierto.