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Una compañía estadounidense hace unas prospecciones petrolíferas en un pueblo de la meseta castellana.
GÉNERO: Comedia
¡Aquí hay petróleo! (Rafael J. Salvia, 1956)
¡Aquí hay petróleo! forma parte de un pequeño filón que la cinematografía española explotó a partir del éxito en Cannes de Bienvenido, míster Marshall (Luis G. Berlanga, 1953).
Castilviejo vive en una siesta permanente, sobre todo en este verano de atroz sequía. Don Fausto (Félix Fernández), el hombre más rico del pueblo, redacta un escrito de protesta para las autoridades, pero el alcalde (Mariano Ozores padre) y el secretario municipal (José Luis Ozores) no se atreven a enviarlo porque eso es "meterse en política". Por si aún le quedaba algo de humor a don Fausto, Zoilo (Manolo Morán), un haragán sablista, agota el remanente. Pero todo cambia súbitamente cuando los expertos de una compañía petrolífera estadounidense empiezan a hacer sondeos en su huerta. Y traen nada menos que a una ingeniera química, miss Viriginia Caulfield (Rosita Palomar), y decenas de trabajadores con gorras de visera y camisas floreadas, que se instalan en el casino a mascar chicle. A pesar de la sustanciosa oferta que le hacen a Zoilo, don Fausto decide montar una sociedad anónima que entra en competencia con los americanos para ver quién encuentra antes el oro negro. Pero lo que encontrarán será otra cosa.
El argumento aprovecha la propaganda que le dio el Régimen a una exigua bolsa de petróleo que se localizó en La Lora (Burgos) y que sirvió a la fantasía de una España autosuficiente. La riqueza del subsuelo español no trae ya sólo la ayuda económica a cambio de bases militares, sino a inversores e ingenieros, como en la primera versión de Todo es posible en Granada (José Luis Sáenz de Heredia, 1954) o en ésta, poniendo de relieve las diferencias entre una tradición no exenta de cazurrería y picaresca y un progreso aquejado del peligroso virus del materialismo. Aunque tres años después de Bienvenido, míster Marshall los acuerdos de amistad hispano-norteamericanos permean también el argumento y el 4 de julio se celebra con un partido de béisbol a la sombra del castiilo.