índice del sitio
Inicio | Películas contadas | Perfiles | Canon | Blog | Sobre DQVlapeli | Contacto | Política de la comunidad | Aviso legal© 2023 Dequevalapeli.com
Los caballos del rancho La Espuela está siendo robados por los cuatreros, que los venden al sur de la frontera.
Los cuatreros (Ramón Torrado, 1965)
Del rancho de Thompson (Luis Induni) están saliendo caballos que se venden al sur de la frontera. La sospecha de que le están robando subleva al ranchero, que ordena al capataz el recuento de los caballos. Pero, cuando se dirige a cumplir las órdenes, el capataz es asesinado. Esa misma noche se presenta en casa de Thompson un desconocido (Edmund Purdom), que le avisa de que le van a secuestrar. Gracias a su ayuda, Thompson y su hija Mary (María Silva), salen indemnes del atentado, por lo que le ofrecen el cargo de capataz. Entre Mary y el hombre, que se llama nada menos que Jim James, no tarda en prender la llama del amor. Pero ella es novia de Lance (Frank Latimore), sobrino de Thompson, aficionado a la bebida y al juego, que debe una importante suma al dueño del saloon (Santiago Rivero).
Según se va desenvolviendo la trama a golpe de tópico –la cantante de saloon (Laura Granados) que ha conocido a Jim en el pasado, la falsa acusación de asesinato contra él con pruebas falsas….- también se va desplegando un juego de falsas identidades al que Torrado ha recurrido repetidamente con anterioridad –véanse, por ejemplo, La niña de la venta y Estrella de Sierra Morena- de modo que Jim no sólo se presentará en el cuartel vestido de uniforme, con lo que nos es revelada su auténtico propósito, sino que volverá al rancho disfrazado de sacerdote, fingiéndose hermano del fallecido a fin de hacer justicia.
La acción se desarrolla en un puñado de decorados interiores –la casa de Thompson, el saloon, la oficina del sheriff…- y sólo muy ocasionalmente se arriesga en los auténticos escenarios que demanda el género: el aire libre de las espectaculares cabalgadas y las persecuciones a tiros. Torrado parece más cómodo en las escenas de comedia chusca -las chicas del coro admirando la galanura del reverendo...-, que en la acción por la acción, que constituye la médula del western de novela de quiosco, filón en el que Los cuatreros encuentra acomodo a pesar de sus divergencias con el canon.