Fe de etarras (2017)

Fe de etarras (Borja Cobeaga, 2017)

Martín (Javier Cámara) escapa por una ventana cuando la policía francesa entra en la casa de Artetxe (Ramón Barea) en Bayona. Ambos perteneces a ETA. Tiempo después lo vemos instalado en un piso franco en Madrid. Es el año 2010, la organización negocia su disolución con el gobierno y España juega el campeonato mundial de fútbol en Sudáfrica. Es el momento ideal para preparar un atentado que mantenga firme la moral de lucha. Pero los otros dos gudaris del comando son una pareja en crisis (Gorka Otxoa y Miren Ibarguren) y un anarquista de Albacete (Julián López) autoproclamado especialista en explosivos y admirador del cine de artes marciales. Con el edificio cuajado de banderas españolas, los aspirantes a terroristas deben esperar, para entrar en acción, una llamda que se demora demasiado.

Más allá del resultado de su intención cómica -más patente que en Negociador (Borja Cobeaga, 2014)- el estreno en Netflix el día 12 de octubre de este año de la película de Cobeaga tiene un indudable valor sociológico. En estos tiempos en los que cualquier político electo con derecho a micrófono puede reescribir la historia remota o recientísima para que cuadre con sus intereses inmediatos, la sátira sucumbe de consunción. Frente al humor inane impuesto por la corrección política Fe de etarras es una reivindicación del derecho a reírse de lo que sea.