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Cuatro atracadores planean el atraco a una joyería de la Gran Vía.
GÉNERO: Policiaco
Armas contra la ley (Ricardo Blasco, 1961)
Raúl Marini (Renato Baldini) y Jaime (Fernando C. Móntez), dos delincuentes internacionales, son contratados por un hombre misterioso para que atraquen una joyería de la Gran Vía madrileña, donde durante unos días van a estar depositadas unas valiosas joyas de la casa Cartier de París. En España entran en contacto con Boni (Manolo Zarzo), un delincuente de poca monta, y Juan Montesinos (Ricardo Valle), un estudiante que ha seguido la senda equivocada.
La primera mitad del metraje se centra en los preparativos del atraco -vigilancia del local y de las costumbres de los empleados, comprobación del recorrido para la fuga…-. La segunda parte narra en paralelo la huida de los ladrones con Juan herido durante el atraco y la investigación policial coordinada por el comisario Herrera (Alfredo Mayo). Preocupados por el estado de salud de su compañero, los atracadores deciden buscar a Lina (María Luisa Merlo), la novia enfermera de Juan. Sin embargo, el trabajo de la Brigada de Investigación Criminal -vigilancia en fronteras y aeropuertos, alerta en gasolineras para localizar el coche de los atracadores, revisión de ficheros de sospechosos fichados...- da resultado y los atracadores son localizados antes de que puedan abandonar el país.
En su segunda incursión en la dirección el valenciano Ricardo Blasco -formado en Cifesa como ayudante de dirección de Luis Lucia- factura un policial solvente basado en la dramatización por parte de Agustín Valdivieso de Ceballos y Jaime Jimeno Conejo del célebre atraco a la joyería Aldao, ocurrido en Madrid en 1956. Jimeno es un egresado de la Escuela General de Policía en agosto de 1941. Como en Occidente y sabotaje (Ana Mariscal, 1962), donde también colabora con Valdivieso, su participación pretende ofrecer cierto verismo en la metodología de investigación seguida por la policía.
La utilización de un zoom ocasionalmente recursivo, la pobreza de las retroproyecciones de la Gran Vía y cierta ingenuidad en el personaje de un joven comisario, ayudante de Herrera y deseoso de hacer de méritos, son sólo pequeñas máculas en este policial con regusto clásico.