Alma torturada (1916)

Alma torturada (Magí Murià, 1916)

El prólogo nos muestra la felicidad de Emilia (Margarita Xirgu), casada con Villalba (Ricardo Puga) y en buenas relaciones con su hermano Augusto. Luego, la amenaza de un destino fatal. El asesinato de una prostituta. La prisión para Augusto, al que acusa una prueba circunstancial. Fin del prólogo.

El doctor Morales y Emilia están dispuestos a probar la inocencia de Augusto, pero Villalba prohíbe a su mujer inmiscuirse en el asunto porque esto afectaría a su posición social. Sin embargo, Augusto consigue escapar de la prisión y se encuentra con Emilia camino de la frontera. Villalba los ve desde lejos y sospecha una infidelidad de Emilia. A partir de ese momento decide vivir con ella para mantener las apariencias, pero le hace la vida imposible con sus celos. Cuando el doctor Morales descubra a la doncella de la prostituta asesinada en el hospital e intente que confiese la verdad a Emilia, Villalba creerá que él es el amante de su mujer. Se concierta un duelo. Los acontecimientos se precipitan.

Rodada en estudio y en algunos exteriores barceloneses, está producción de la Barcinógrafo que pretende convertir a Margarita Xirgu en una diva al estilo italiano, tiene algunas carencias formales e interpretativas que impiden que el proyecto alce el vuelo. El principal inconveniente es que, aunque todo gira alrededor del personaje femenino, éste resulta esencialmente pasivo. Si, al menos, los dardos del destino alcanzaran a Emilia hasta convertir su vida en un calvario, podríamos identificarnos con su sufrimiento, pero tampoco este dispositivo dramático termina de funcionar y Emilia sólo puede asistir al desarrollo de un argumento del que los tres hombres llevan las riendas. Durante el tercer acto, con la inserción de un curioso flashback que relata cómo ocurrió en realidad el asesinato, la acción gana nuevos bríos aunque narrativamente resulta contraproducente.