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1940. Algeciras, frente al Peñón de Gibraltar, se ha convertido en un nido de espías. Danae, una mujer misteriosa, llega a la ciudad con la excusa de una travesía transatlántica en solitario.
GÉNERO: Bélico,Intriga
Danae / La donna che venne dal mare (Francesco de Robertis, 1957)
Una parte del equipo español y algunos exteriores rodados en Algeciras sirvieron al productor Jesús Sáiz para obtener la co-nacionalidad española para esta película esencialmente italiana.
Se trata de una historia de amor en el mundo del espionaje internacional y los sabotajes submarinos durante la II Guerra Mundial. Algeciras -frente al símbolo del dominio británico en el Mediterráneo, el Peñón de Gibraltar- se convierte en punto de cita de cuanto espía internacional se precie. El comisario de la ciudad (Juan Calvo) conoce estos manejos pero prefiere no mezclarse en ellos. Así se desprende del interrogatorio de Danae (Sandra Milo), una bella mujer que ha llegado en un velero y pretende ser una navegante solitaria que quiere cruzar el Atlántico. Si tenemos en cuenta que el océano está infestado de submarinos y buques de guerra la excusa argumental no puede ser más peregrina, pero a doce años del fin de la guerra los guionistas debieron pensar que esto dotaba de un halo romántico a su heroína y que la verosimilitud bien podría pasar a segundo plano.
El contacto de Danae en Algeciras es el cónsul italiano (Vittorio De Sica), que se dedica bajo cuerda a coordinar las acciones de sabotaje contra la armada británica fondeada en el Peñón. Danae debe fingirse enamorada de un torero para mantener su coartada, pero en realidad se ha enamorado perdidamente de Dario (George Lynn) un submarinista que debe afrontar una peligrosa misión.
Rodada en formato panoramico mediante el procedimiento denominado Totalscope y con algunas escenas submarinas, Danae se hubiera beneficiado de la fotografía en color, pero se ve que la producción no daba para tanto. Los intérpretes cubren el expediente: Sandra Milo no es Marlene Dietrich ni De Robertis, von Sternberg. De Sica pase su savoir fair en un estado próximo al sonambulismo.