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Juan cabalga en la noche sin rumbo. La razón de su vagar es una mujer, María, la hija del mayoral de una ganadería de reses bravas, a la que él bautizó como "la gata".
GÉNERO: Drama rural,Toros
La gata (Margarita Alexandre y Rafael M. Torrecilla, 1956)
En junio de 1955 los productores y directores de La gata emprenden un proyecto pionero: rodar en España en Cinemascope y sonido estereofónico. De la fotografía en Eastmacolor se hace cargo Juan Mariné. El negativo y el positivo Eastmancolor se importan de Estados Unidos. La cámara es una veterana Super-Parvo, modificada para recibir los objetivos anamórficos originales de Bell & Howell vienen de la delegación londinense de la Fox. Sin embargo, la abundancia de planos rodados en los cercados, entre reses bravas, aconsejan utilizar una cámara más manejable, por lo que estas escenas se ruedan con un cuerpo de cámara de Arriflex procedente de Alemania.
Aurora Bautista deja de lado a las heroínas apasionadas de Locura de amor (Juan de Orduña, 1948) y Agustina de Aragón (Juan de Orduña, 1950), recupera a su pareja de Pequeñeces (Juan de Orduña, 1950) y agotada su exclusiva con Cifesa se lanza a la creación de esta María “la gata”, hija del mayoral de un cortijo de cría de reses de lidia (José Nieto) al que llega un macho desbravador de potros bravos (Jorge Mistral). Aunque hay un muchacho y otra mujer interesados en ellos, María y Juan “se abrasan en el mismo fuego”, como le dice él la noche que la seduce toreando a la luz de la luna.
Sin renunciar a ninguno de los rasgos característicos del drama rural, La gata se quiere tragedia andaluza y a eso contribuye su estructura circular y la presentación desde los mismos títulos de crédito del protagonista masculino como un jinete errante que debe purgar su culpa en la solitaria noche del alma. Nocturnas son las escenas de la seducción de María y la del enfrentamiento con el joven Joselillo (Felipe Simón). En cambio, las del trabajo en los campos y el encierro de los toros, tienen lugar a plena luz del sol. Mariné se muestra siempre imaginativo en los encuadres y subraya con efectos de luz la pasión que siente “la gata” a lo que ayuda el vestuario de Aurora Bautista, que la envuelve de rosa sensual para la presentación, amarillo fuerte en las escenas de desafío y rojo violento en la resolución.
Aunque Aurora Bautista argumenta en sus memorias que nunca rodó una escena más explícita en el granero y que la doble versión fue cosa del distribuidor francés, lo cierto es que la brusquedad del corte en la secuencia del granero habla bien a las claras de la intervención de la Censura española.