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El Conde D. Juan Manuel cede en matrimonio a su hija Constanza al Príncipe D. Pedro, heredero de la Corona de Portugal, en el año 1.336. Acompaña a Dª Constanza, la dama gallega de singular belleza, Inés de Castro. Celebrado el matrimonio del Príncipe, éste advierte la hermosura de Inés, de la que se enamora. Es madrina del único hijo del matrimonio de Constanza y de Pedro Inés y ya en el banquete que sigue a la ceremonia de acristianarla, Pedro se manifiesta ante la Corte como enamorado de Inés
GÉNERO: Historia
Inês de Castro / Inés de Castro (José Leitão de Barros y Manuel Augusto García Viñolas, 1944)
Constanza Manuel (María Dolores Pradera), hija de don Juan Manuel, llega a Portugal para desposarse con el infante don Pedro (Antonio Vilar), el hijo de Alfonso IV. En su séquito viaja Inés de Castro (Alicia Palacios), por la que pronto se sentirá atraído el futuro rey. Los nobles y el rey conspiran contra ella. Mientras don Pedro sale de caza, los esbirros dan muerte a la amante. Pedro se levanta entonces en armas contra su padre y, una vez coronado, se venga de los asesinos de su amada y hace que coronen a su cadáver momificado.
Éste es el argumento de la doble versión hispano-lusa Inês de castro / Inés de Castro, dirigida por Leitão de Barros y cuya versión española supervisa Manuel Augusto García Viñolas. Ambos son hombres fuertes de la cosa cinematográfica en los respectivos regímenes dictatoriales: el de Salazar y el de Franco. Los trabajos que hasta entonces se han desarrollado en laboratorios alemanes, son inviables dado el curso que ha tomado la guerra, de modo que ambas cinematografías deciden colaborar, a pesar de que tengan que hacer encaje de bolillos para encontrar una historia común que no ofenda a ninguno de los dos países. No parece ésta la más adecuada y por eso la versión española, tiene unos cuantos minutos menos y varía sustancialmente la narración en off.
Tanto las interpretaciones, como los decorados y la fotografía -firmada por el alemán establecido en España Enrique Guerner y deudora de la pintura historicista del XIX- preludian los intentos en este género de Cifesa. Aparte de los valores plásticos, queda el montaje paralelo en la escena del asesinato de Inés y, sobre todo, el desmelenamiento necrófilo final, que demuestra que Orduña tenía un punto de referencia claro cuando dirigió Locura de amor (1948).