Los resucitados (2017)

Los resucitados (Arturo Bobadilla, 2017)

Han tenido que pasar más de treinta años para que Arturo Bobadilla pudiera ver rematado su homenaje cinematográfico a Gustavo Adolfo Becquer, Amado de Ossorio y Paul Naschy. A caballo entre 1994 y 1995, concibió y realizó, desde el amateurismo más montaraz y en diversos formatos de vídeo doméstico, una cinta culterana, en la que los caballeros de la orden del Temple se entrecruzan con la mitología naschyana: El Caminante, la cruz de Mayenza, la condesa Wandesa Dárvula de Nadasdy…

La multiplicidad de tramas, los saltos adelante y atrás en el tiempo, la falta de material… convierten el argumento en un arcano indescifrable. Sabemos que el capitán Molina (Tony Fuentes) acude al encuentro del padre Fuentes (Antonio Mayans) y descubre que el cuerpo de su padre (Paul Naschy) ha sido ocupado por el misimísimo maligno en persona; que los infantes de Lara estás dispuestos a combatir también al mal, pero que el pequeño de ellos (Zoe Berriatúa) vive atormentado por un pecado de concupiscencia; y que El Caminante ha enviado al fraile Satón (Luciano Berriatúa) y a los condes de Evilio y Orloff (Santiago Segura y Manuel Tallafé) a averiguar el paradero de sus enemigos.

Entre encuentros con súcubos y combates con los templarios no-muertos ossorianos, la historia queda enmarcada por una presentación del espectro de Becquer y un epílogo contemporáneo en el que un hombre que pretende desentrañar su futuro se entera por una adivinadora de que sus pesadillas no son tales, sino la plasmación de la eterna lucha contra el Mal en un mundo en el que éste reina permanentemente.