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María Elena es seducida por un hombre que la abandona. Da a luz un niño y, repudiada por su padre, ingresa en un convento. Alberto, el niño odiado por su abuelo, se convierte con los años en eminente médico y salva la vida del viejo amargado. Ignorante de su origen, Alberto se enamora de su prima.
GÉNERO: Drama
El derecho de nacer (Zacarías Gomez Urquiza, 1952)
-¡Al asesino, he dicho! Viene a buscarme para que, en nombre de una sociedad mentirosa y falsa, mate a un ser que tiene derecho a nacer, a vivir la vida que usted y su cómplice le dieron en un momento de egoísmo o de vicio. Tener un hijo es recibir la condecoración divina que pone Dios en las entrañas de su madre. Las madres deben querer a sus hijos desde el momento en que los conciben. Sus entrañas deben ser su primer cuna y sus latidos, la primera canción de arrullo. Hasta las fieras más sanguinarias respetan la vida de sus crías.
Con tales lindezas se enfrenta el doctor Alberto Limonta (Jorge Mistral) a las súplicas de María Teresa (Bárbara Gil) para que le practique un aborto. Pero es que también al doctor se le negó en primera instancia el primer derecho del ser humano: “el derecho de nacer”. Su ejemplo moral nos remite a una familia de la buena sociedad cubana. María Elena (Gloria Marín) se ha enamorado de Alfredo (Tito Novaro), hijo del mayor enemigo de su padre (José Baviera). Ante la negativa de éste a asumir la paternidad y el descrédito del apellido familiar, el patriarca intenta que su hija renuncie al fruto del pecado para llevarla luego a una hacienda apartada donde ella quedará recluida para siempre. Cuando nace la criatura, el padre de María Elena ordena al capataz (Rogelio Fernández) que lo asesine, pero la mulata Mamá Dolores (Lupe Suárez) se las arregla para salvarlo.
El derecho de nacer fue una radionovela emitida con enorme éxito popular en Cuba en 1948. Era su autor Félix B. Caignet. La adaptación mexicana de 1952 es sólo la primera de las muchas que se realizaron para la pantalla grande y, sobre todo, en múltiples cadenas de televisión latinamericanas. Todos los elementos del melodrama se dan cita en su argumento, desde los encuentros más inerosímiles hasta la declinación de todos los vínculos familiares.