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Un piloto aéreo, aquejado de una enfermedad terminal, decide estrellar su avión con toda la tripulación a bordo y el pasaje completo.
GÉNERO: Drama
Vuelo 971 (Rafael J. Salvia, 1953)
Pedro Zubiri (José Nieto) es un hombre aquejado por una enfermedad incurable que ha decidido acabar con su propia vida. Pero, cuando está a punto de hacerlo, llegan sus compañeros de tripulación. El piloto titular del vuelo 971 de Madrid a La Habana ha sufrido una indisposición y él debe sustituirlo. El destino acaba de jugar sus cartas.
Entre los pasajeros: una pareja a punto de divorciarse (Maruchi Fresno y Otto Sirgo), un incisivo periodista radiofónico y el director de la emisora (José Bódalo y Enrique Diosdado), una mexicana y un médico español (Beatriz Aguirre y Adolfo Marsillach), una bailarina que ha debido dejar su carrera por un embarazo no deseado y su secretaria (Doris Duranti y María Dolores Pradera), un importante hombre de negocios (Xan das Bolas)... Y, además, la tripulación, niños, una pareja de ancianos, un músico, la hija del presidente de una innominada república bananera... Todas estas vidas están en las manos del piloto que ha decidido acabar con la suya.
Los conflictos se van desarrollando mediante escenas dialogadas entre dos o más personajes. Surgen algunos nuevos: el médico atiende el embarazo de la bailarina, el propietario de la radio chantajea a la hija del presidente para no que no emita un sensacional reportaje sobre corrupción protagonizado por su padre... Y entonces, una tormenta produce una grieta en un ala. Así se lo hace notar un pasajero misterioso (Vicente Parra) a los tripulantes.
Enfrentados a la muerte, todos volverán la vista hacia Dios y decidirán reconciliarse, obrar rectamente, resignarse... Así, éste precedente del cine de catástrofes se convierte en un catálogo de lacras morales de la sociedad contemporánea de la que todos los personajes resultan ejemplarmente redimidos gracias a un milagro. Si la resolución resulta edificante para los parámetros del cine religioso de la época, desde el punto de vista dramático no puede resultar más insatisfactoria.