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La ciudad perdida (1955) contada por: Dqvlapeli Blog

Sobre la película

La ciudad perdida

ESPAÑA, 1955
IDIOMAS: Español | 85 min. | Blanco / Negro | 1,37:1 Normal

DIRECCIÓN: Margarita Alexandre, Rafael Torrecilla
PRODUCCIÓN: Nervión Films (España)
INTÉRPRETES: Cosetta Greco, Fausto Tozzi, María Dolores Pradera, Félix Dafauce, Nani Fernández, Manolo Morán, Santiago Rivero, Alessandro Fersen, Emma Baron
GUIÓN: Margarita Alexandre, Rafael Torrecilla, José Luis Barbero
ARGUMENTO: de la novela homónima de Mercedes Formica
FOTOGRAFÍA: Renato Del Frate
MÚSICA: Miguel Asíns Arbó

SINOPSIS:

Rafa, combatiente republicano exiliado, regresa a España para cometer un atentado. Cuando la misión fracasa, decide internarse en el Madrid que tuvo que abandonar 1959. Para poder escapar del cerco policial toma como rehén a una dama de la alta sociedad.

GÉNERO: Política,Intriga
OTROS TITULOS: Terroristi a Madrid



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La ciudad perdida (1955)

Por Dqvlapeli Blog - De qué va ... - 13/03/2016

La ciudad perdida (Margarita Alexandre y Rafael Torrecilla, 1955)

Cosetta Greco y Fausto Tozzi, la pareja de La città si difende (Pietro Germi, 1951), vuelve a las calles nocturnas y a las brumas de la desesperación en esta coproducción hispano-italiana. Dirige la dupla formada por Margarita Alexandre y Rafael Torrecilla, que había debutado un año antes con un documental de largo metraje sobre imaginería religiosa -Cristo (1954)- y se lanzaría un año después a la realización de la primera película española en CinemaScope -La gata (1956)-.

blog La ciudad perdida

La ciudad perdida narra la historia de Rafa (Tozzi), un combatiente republicano que regresa a Madrid quince años después de haber abandonado la ciudad, para cometer un atentado. Al amanecer, antes de llegar a la ciudad se ven descubiertos en un control de carreteras. En el tiroteo mueren sus tres acompañantes y dos números de la policía nacional. Rafa roba un camión para proseguir el viaje, pero pierde la cartera. El comisario que se hace cargo del caso (Félix Dafauce) está sobre su pista. Rafa busca a sus contactos. Estos están huyendo ante la inminencia de la caída de la red y la certeza de una traición. ¿Qué hace entonces el peligroso terrorista? Pues deambular por Madrid, recorrer sus escnarios más reconocibles –la estación del Norte, la Plaza de España, la Gran Vía, los Jerónimos…- pero también la calle Sacramento y la plazuela del Cordón, rincones de un Madrid íntimo, que le llevan a revivir el pasado. En efecto, unos chicos jugando a la pelota y una música evocadora, hacen que la cámara se eleve hasta el balcón y reviva el encuentro con su padre, cuando éste descubriera al mismo tiempo una pistola y su militancia en el Partido Comunista.

Cansado de ir de un lado a otro, se sienta en un banco del parque del Retiro. Allí descubre a una dama solitaria (Greco), que acude a una cena en casa de una amiga aristócrata. Rafa la secuestra a punta de pistola y la obliga a desprenderse del vistoso sombrero que llama la atención sobre ellos. Una prostituta que hace la calle junto a las tapias del Jardín Botánico lo recoge y ésta será la pista que llevará a la policía a ponerse de nuevo tras el rastro de la pareja. La denuncia ha sido interpuesta por el mayordomo de la viuda (Manolo Morán, en una composición de sutil afeminamiento).

Mientras, la atracción mutua abre la puerta a la reconciliación de las dos Españas. Sin embargo, un nuevo flashback nos muestra la imposible sutura de la herida abierta. Durante la Guerra Civil, un grupo de incontrolados da el paseo al padre de su novia (María Dolores Pradera) y ella le responsabiliza de esta muerte, que abre una brecha insalvable entre ambos. Desde entonces, el desamor le ha hecho continuar en una lucha en la que ya no cree. Ambos buscan refugio en un vagón abandonado. La policía estrecha el cerco.

A pesar de venir avalada como adaptación de una novela de la escritora falangista Mercedes Fórmica, la película no satisfizo a los censores, que pidieron la alteración del final, la supresión de una escena en la que el protagonista aparecía vestido de miliciano y cambios sustanciales en el doblaje. El más peregrino resultó ser que la dama de alcurnia nunca debía tutear a su amante. En cualquier caso, resulta estimulante que una película que parecía abocada a nutrir el filón anticomunista avalado por la administración, esquiive tan peliagudo escollo ideológico para centrarse en la relación entre los dos personajes principales relegando a la coondición de macguffin utilitario el armazón policiaco que sustenta la trama.

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