índice del sitio
Inicio | Películas contadas | Perfiles | Canon | Blog | Sobre DQVlapeli | Contacto | Política de la comunidad | Aviso legal© 2024 Dequevalapeli.com
Andalucía, 1808. A la muerte de su padre, Juan Lucas se hace con un caballo y toma el mando de una partida de contrabandistas. La guerra contra los franceses propicia extrañas alianzas.
Aventuras de Juan Lucas (Rafael Gil, 1949)
Cuando acomete la adaptación de la novela de Manuel Halcón sobre el bandolerismo, Rafael Gil está en el punto más alto del reconocimiento oficial y crítico. Sus películas reciben todos los parabienes de la administración. La mayor parte de su primera etapa ha tenido lugar en el seno de Cifesa y, desde el año anterior, ha fichado por Suevia Films-Cesáreo González, ejemplificando en su propia filmografía la transición que se está produciendo entre ambas empresas por la hegemonía en el cine español.
Desde las revistas oficiales dedicadas al cine se ha postulado repetidamente la posibilidad de un western de raíz española que tomara como punto de partida el bandolerismo. La novela de Manuel Halcón no es ajena a estas sugerencias y ha nacido en forma de tratamiento cinematográfico que debiera haber llevado adelante Saturnino Ulargui. Cuando la producción se frustra, el escritor novela su texto y de ahí parte Rafael Gil para construir una cinta de aventuras en la que no falta la clave política.
Estamos en un cortijo de Andalucía la Baja. Ana Romero (Marie Déa) regala su caballo "Rompevientos" al aspirante a contrabandista Juan Lucas (Fernando Rey) a cambio de que ayude a la causa española contra los franceses contrabandeando armas desde Gibraltar para que el general Castaños no contraiga una deuda política con los ingleses, antiguos enemigos y actuales aliados. La situación deberá resolverse, por tanto, en clave militar y no política. La idea era consecuente con la situación de España un lustro antes, aunque resulta un poco traída por los pelos en el momento en el que se tienden puentes para que sea readmitida en los foros internacionales. No obstante, la misma rémora arrastran otras porducciones coetáneas de Cifesa dirigidas por Juan de Orduña o Luis Lucia.
Con la asistencia de su inseparable Enrique Alarcón en el apartado escenográfico, de Juan Quintero en el musical y de un Cecilio Paniagua que sustituye tras la cámara a Alfredo Fraile, Gil orquesta un espectáculo de cabalgadas, asaltos a diligencias, doma de caballos, combates entre tropas regulares francesas y garrochistas españoles, acoso y derribo de toros en la dehesa y duelos a navaja. Estampas románticas típicas que se busca dignificar con un tratamiento plástico ad hoc.
Desgraciadamente, las piezas no terminan de ensamblarse desde el punto de vista dramático y el dinamismo de las diversas estampas nunca termina de cuajar en la buscada película de aventuras. Es como si la plantilla no encontrase el encaje cabal en el argumento. Además, a pesar de la presencia de un magnífico elenco de secundarios -como siempre en las películas de Gil-, Fernando Rey resulta un tanto desubicado en este papel de hijo del cabecilla de una partida de contrabandistas a cuyo frente debe ponerse por derecho y deber de sangre.