La gran coartada (1962)

La gran coartada (José Luis Madrid, 1962)

Cuando Arturo Fernández aparece en la primera secuencia de La gran coartada con un imponente bigotazo ya empezamos a barruntar que tarde o temprano se lo afeitará para cambiar de identidad y no ser reconocido. Como, además, el argumento quiere que se encargue de transportar sustanciosas nóminas para pagar a los empleados de unas presas construidas en lugares casi inaccesibles, el asunto no se hará esperar.

Luis Larra tiene una vocación frustrada de pintor y una novia con la que le va mal. Ana (Marisa de Leza) trabaja en un bar donde no le faltan cortejadores, como Jorge, un vendedor de coches de segunda mano que se las da de señorito (Luis Dávila). Cuando Ana descubre que por una jugada del destino han dado a Luis por muerto y que él ha enterrado la nómina, le propone el cambio de identidad. Poco tiempo después se reúnen en Barcelona, donde ahora el destino juega a la contra. Jorge ha llegado allí para vender un Mercedes a unos extranjeros y descubre a Ana.

José Luis Madrid juega estos giros de guión y la baza del suspense para facturar un producto que, si bien no brilla por su originalidad, demuestra una solvencia industrial que a buen seguro sirvió al casi debutante director para demostrar una profesionalidad que le valió cierta continuidad en el cine de género durante las siguiente década.