Almas en peligro (1952)

Por Dqvlapeli Blog - De qué va ... - 23/02/2021

Almas en peligro (Antonio Santillán, 1952)

La primera producción de Iquino dedicada a la delincuencia juvenil se abre con el ya habitual aviso moralizante: "Muchcachos sin experiencia, lanzados a la vida en inferioridad de condiciones, caen, víctimas de instinto, del mal ejemplo o del abandono familiar, para convertirse en pequeños delicuentes".

Dos casos traídos de ambos extremos de la escala social sirven para ilustrar la tesis. Gerardo (Miguel Ángel Valdivieso) es un joven mecánico comunista del que se aprovechan Manolo (Carlos Otero), el novio de su hermana (Isabel de Castro), y "El Francés" (Barta Barri) para que conduzca durante el atraco a una fábrica de productos farmacéuticos haciéndole creer que van a recuperar unos papeles del PCE. El vigilante da la alarma y Gerardo es detenido e interrogado por el comisario Lérida (Manuel Gas). El padre Fernando (Manuel Monroy) se hará cargo de él en el reformatorio, a pesar de que el muchacho hace patente desde el principio su anticlericalismo.

Quiere el destino que al mismo centro vaya destinado Emilio (Pedro de Anzola), el hijo mimado del propietario del taller donde trabajaba Gerardo. Le ha quitado un coche a su padre y ha atropellado a una anciana. Sus diferencias personales no tardan en hacerse patentes y el padre Fernando tendrá que dar muestras de una paciencia digna de Job para reconducirlos a las actividades cotidianas del centro. Allí traban amistad con otros dos internos: Paco (Jesús Colomer), un ratero de su misma edad, y Jorge (Manolito García), un golfillo que ha tenido que aprender a sobrevivir con un padre alcohólico y violento.

Isabel es despedida de su centro de trabajo, el inspector Lérida la acosa para que confiese dónde está Manolo y éste la ayuda a colocarse en un cabaret con la promesa de marcharse con ella a Francia en cuanto den un nuevo golpe. Pero cuando Jorge se entera de que ha engañado a su hermana y que a él lo toman por un vulgar ladrón, escapa del reformatorio para ajusatrle las cuentas. Emilio, que ha hecho amistad con él, le sigue. Todos confluirán en el puerto de Barcelona, donde Manolo y "El Francés" escapan de la policía en una golondrina.