Juicio final (1955)

Juicio final (José Ochoa, 1955)

Esta noche Paco (Gustavo Rojo) tiene dinero para gastar. Lo primero que hace es ir a la cafetería en la que Amalia (Lis Rogi) busca encuentros propicios y se las da de rumboso. Entre tanto, el señor Esteban (Manolo Gómez Bur) acude a casa de su tía enferma, la misma de la que hemos visto salir a Paco en la escena previa a los créditos.

Por los cotilleos de la portera (Matilde Muñoz Sampedro) y una vecina, nos enteramos de que los sobrinos están pendientes de la muerte de la tía para heredarla. No van a tener que esperar mucho, porque al entrar en la casa, Esteban se encuentra con el cadáver de la anciana. El comisario (José Calvo) que investiga el crimen pronto se pondrá sobre la pista de la chica que servía en casa de la vieja (Silvia Morgan), a la que Paco ha abandonado al enterarse de que estaba embarazada.

Juicio final es la adaptación de la novela Las últimas horas, de José Suárez Carreño, en la que interviene el propio novelista. Un asunto ambicioso en el que José Ochoa, que antes había sido ayudante de dirección, cortometrajista y guionista, se desenvuelve con bastante soltura en un terreno difícil por la presión censorial, el del realismo social. Sorprenden sobre todo los personajes preocupados únicamente por el dinero y los ambientes tabernarios, tan próximos y tan lejanos de los del costumbrismo. Todo gracias, imaginamos, al giro final, cuando su abogado (Félix Dafauce), el juez que lo condena a muerte (Santiago Rivero) y el sacerdote que le ofrece el perdón divino (el padre Venancio Marcos) ponen la nota moralista en un último acto que desdice todo el planteamiento de la película.