El héroe de Cascorro (1929)

El héroe de Cascorro (Emilio Bautista, 1929)

Amelia Muñoz encarna a Isabel, la hija del sargento (el cómico Faustino Bretaño) que acoge al huérfano Eloy Gonzalo (Javier de Rivera) en el día de Navidad. Ambos viajarán, en compañía de un personaje cómico llamado Perdigón, al otro lado del Atlántico para combatir en Cuba.

Aunque Eloy sale excedente de cupo en el sorteo, se alista voluntario por amor a la patria y para hacerse digno del amor de Isabel. Este tema subyace en toda la película, incluso en la acción heroica de Eloy en Cascorro y su posterior muerte, víctima de unas fiebres traidoras. Es entonces cuando gana protagonismo el Marqués de Piedras Luengas, el personaje interpretado por el futuro literato Andrés Carranque de Ríos. Ya le hemos visto antes en la taberna, con su junquillo, su hongo, su bigotín de guías enhiestas y su perfil de latin lover, interesándose por Isabel. Contra todas las convenciones genéricas, pasado un año de la muerte de su enamorado, Isabel empieza a dejarse querer por el Marqués. Cuando otro señorito la requiebra, el de Piedras Luengas le reta a duelo con él. El tabernero se lo cuenta a las mujeres que se presentan en el campo del honor, como así lo hacen el sargento y Perdigón en una escena en la que el director se muestra discípulo aplicado de las enseñanzas de D.W. Griffith. Más que la habilidad en la esgrima –arte en el que Emilio Bautista era al parecer un experto- destaca la atención al detalle en el ritual del duelo. El Marqués de Piedras Luengas hiere a su contrincante y la cosa termina en doble boda: la suya con Isabel y la de Perdigón con la hija de la portera (Pilar Ruiz).

Aunque no se estrenó hasta 1932, El héroe de Cascorro se rodó durante el verano de 1929 en los alrededores de Madrid y en Alicante.