El sol en el espejo (1962)

Por Dqvlapeli Blog - De qué va ... - 12/05/2017

El sol en el espejo (Antonio Román, 1962)

Leonor (Yvonne Bastien) descubre a un hombre en su casa. Sin que sepamos la causa escapa de allí y busca refugio en una pensión de los barrios bajos. La casa está regida con mano de hierro por doña Clara (Porfiria Sanchiz), pero Leonor se aviene a las condiciones que le impone.

Con el paso de los días, Leonor sale de su reclusión y empieza a conocer al resto de los huéspedes: don Pablo (José Isbert doblado por Julio Alymán), un veterano de la guerra de Cuba que se hace pasar por coronel; Loli (Maruja Asquerino), una prostituta con un hijo en un internado; Carlos (Luis Dávila), un dramaturgo que no logra estrenar; Eduardo (Enzo Viena), un chupatintas tan soñador como iluso; Engracia (Margarita Lozano), cuyo hijo padece una grave enfermedad y carece de dinero para pagar la operación...

Para que el enfermito pueda tomar el sol, la niña de la casa de enfrente coloca un espejo en el balcón de modo que el chico se sienta reconfortado por este "sol de segunda mano". Esta idea poética, ensayada por Miguel Mihura en La calle sin sol (Rafael Gil, 1948) y por Cesare Zavattini en Miracolo a Milano (Milagro en Milán, Vittorio de Sica, 1951), marca el tono de la adaptación de Antonio Román de la comedia de Alfonso Paso "Los pobrecitos". El hecho de que la esposa del director interprete a la protagonista favorece además el reforzamiento de una línea romántica -asociada a la intriga de la milagrosa llegada del dinero que cada uno necesita para evitar ser desahuciado y hacer frente a sus acuciantes problemas- que actúa en detrimento del tono sainetesco que tenía buena parte de la obra original. Podemos seguir este rastro en el terceto formado por don Pablo, Luisa (Gracita Morales), la criadita de la pensión, y su novio (Venancio Muro), un muchacho brutote y noble que está en Madrid cumpliendo su servicio militar. Sin embargo, fuera de estos momentos, la cinta adolece de exceso de sentimentalismo y de pobreza en la construcción de la intriga, previsible desde mucho antes de que llegue el esperado desenlace.